En el Anchove
Cuando, fui a visitar a mis hijas, estuve en el país Vasco, allí
Los pueblitos me parecían de postal, con sus montañas arboladas
Sus casitas de techo rojo y ese mar verde esmeralda infinito…
Una mañana, sentí el fuerte impulso de conocer al pueblito del
Anchove, otro pueblo de mar de las costas Vascas.
Seguí mis instintos y tomé un micro que me llevó desde
Lekeitio donde estaba, hasta allí. Me dejó casi en la cima y
Recorrí el camino de piedras cuesta abajo, admirando todo ese
Magnífico puerto y viendo las antiguas casitas enclavadas en la
Cuesta de la montaña, que las empuja hacia el mar. Bajé por los
Callejones angostos y por las largas escaleras que unen las casas y
El puerto, saque fotos y me extasié en el mar.
Luego caminé cuesta arriba, llevando encima la pesada carga de
Mis días sin ejercicios. Al llegar el medio día, me senté en un
Bar y desde allí pude contemplar todos los techos de las casas que
Están recostadas en la misma ladera, pero más abajo, hacia donde
Esta el mismo Puerto del Anchove.
Desde allí arriba, todo parece una gran postal, dispuesta para
Quien quiera, se siente a disfrutarla.
Tomaba un vinito mientras esperaba el almuerzo, que ya había
Pedido. Todo el lugar era maravilloso y pacífico, de repente algo
Me llamó la atención, una persona toda vestida de Blanco
Caminaba por la calle que daba directamente a la salida de las
Barcazas, la miré con curiosidad porque no es común que alguien
Se meta a ese lugar sin llevar una embarcación.
Al principio me pareció que era una mujer por sus cabellos largos
Al viento y esa túnica blanca, luego pude ver su estampa de
Varón, sus hombros anchos, el modo de pararse y esa mirada.
No podía dejar de observarlo, su presencia era algo que me atraía,
Hasta me parecía conocida su figura, tenia algo familiar.
La persona, miró hacia el mar, como quien mira el camino que va
A seguir y lo más loco fue que se metió al agua.
Cual no sería mi asombro, cuando vi al hombre caminar sobre las
Aguas, algo comenzó a pasar en mi cabeza que no me permitió
Moverme del asiento. Quedé sumido en un silencio profundo
Solo atiné a mirar y a ser testigo de semejante acontecimiento.
Hasta ese momento solo yo, parecía verlo, pero pronto me di
Cuenta que había otros que también lo habían visto y gritaban
Levantando los brazos, algo que no llegaba a entender.
De pronto los gritos, fueron tan fuertes que hasta los que estaban
De espaldas en el muelle se dieron vuelta a mirar y dejaban de
Realizar sus tareas para arrodillarse, otros lloraban y se golpeaban
El pecho. Pero yo no los oía, solo intuía el sonido.
Pronto vi como llegaban muchos coches y gente corriendo, que
Daban vuelta en la escollera y trataban de ver más de cerca al
Caminante.
Este iba como quien sabe que el camino es largo, tranquilo con la
Vista en el horizonte, solo sus manos parecían acariciar desde la
Calma de sus movimientos a las criaturas del mar que saltaban a
Su alrededor, peces, de todo tipo se podían ver saltando y algunos
Emitiendo extraños sonidos que jamás escucharon.
Según decían luego, ni los mismos pescadores lugareños.
De pronto mis oídos se abrieron y comencé a escuchar todo
La gente coreaba el nombre de Jesús, y lloraban y gritaban cada
Vez mas fuerte, el caminante no se inmutaba solo seguía
Caminando y levantaba los brazos cada tanto, haciendo un gesto
Lento y pacificador. Algo muy sutil parecía salir de sus manos
Desde la orilla se escuchaban los gritos de los hombres que
Estaban trabajando,- ¡!¿Eres tu, Jesús?...¡¡ sánanos Jesús¡¡¡
Repetían, otros se tiraban de los pelos y decían que era el fin del
Mundo por eso él había vuelto.
Yo estaba inmóvil mirando, cuando la moza trajo el primer plato
Y lo dejó caer al suelo, al ver lo que estaba ocurriendo,
-¡!Es Jesús¡¡- Dijo- y salio corriendo cuesta abajo
Junto con otros más del restaurante.
Pude ver cuando algunos tomaron sus botes de remo y otras
Embarcaciones para seguir al caminante y cuando querían
Acercarse, los motores se paraban o simplemente no
Avanzaban, por más que remaban y remaban.
Muchos gritaban.- ¡!a donde vas Jesús¡¡Quédate con nosotros¡¡
El caminante seguía tranquilo, imperturbable, como quien da un
Paseo absorto y disfrutando de todo.
No había pasado más de quince minutos desde que había visto
Entrar al agua a aquel hombre y todo el puerto ya estaba lleno de
Gente como si hubiesen sido convocados al unísono.
Pañuelos, lágrimas, gritos de arrepentimiento y vítores se oían por
Todo el Anchove, el puerto, los muelles, las orillas y desde las
Casas, todos estaban viendo como ese hombre se metía mar
Adentro, unas olas muy altas comenzaron a levantarse y solo
Pasaban por el costado del extraño caminante, sin rozarle siquiera,
Luego una niebla comenzó a cubrir el mar, y así se perdió aquel
Hombre en la inmensidad del mar azul, a plena luz del medio día.
Nunca supe si el sabor salado que me quedó en los labios era del
Aire del Mar o las lágrimas de alegría que derramé en ese instante
Me di cuenta que Jesús, pasó por allí y yo estuve presente.
Xalvador
Cuando, fui a visitar a mis hijas, estuve en el país Vasco, allí
Los pueblitos me parecían de postal, con sus montañas arboladas
Sus casitas de techo rojo y ese mar verde esmeralda infinito…
Una mañana, sentí el fuerte impulso de conocer al pueblito del
Anchove, otro pueblo de mar de las costas Vascas.
Seguí mis instintos y tomé un micro que me llevó desde
Lekeitio donde estaba, hasta allí. Me dejó casi en la cima y
Recorrí el camino de piedras cuesta abajo, admirando todo ese
Magnífico puerto y viendo las antiguas casitas enclavadas en la
Cuesta de la montaña, que las empuja hacia el mar. Bajé por los
Callejones angostos y por las largas escaleras que unen las casas y
El puerto, saque fotos y me extasié en el mar.
Luego caminé cuesta arriba, llevando encima la pesada carga de
Mis días sin ejercicios. Al llegar el medio día, me senté en un
Bar y desde allí pude contemplar todos los techos de las casas que
Están recostadas en la misma ladera, pero más abajo, hacia donde
Esta el mismo Puerto del Anchove.
Desde allí arriba, todo parece una gran postal, dispuesta para
Quien quiera, se siente a disfrutarla.
Tomaba un vinito mientras esperaba el almuerzo, que ya había
Pedido. Todo el lugar era maravilloso y pacífico, de repente algo
Me llamó la atención, una persona toda vestida de Blanco
Caminaba por la calle que daba directamente a la salida de las
Barcazas, la miré con curiosidad porque no es común que alguien
Se meta a ese lugar sin llevar una embarcación.
Al principio me pareció que era una mujer por sus cabellos largos
Al viento y esa túnica blanca, luego pude ver su estampa de
Varón, sus hombros anchos, el modo de pararse y esa mirada.
No podía dejar de observarlo, su presencia era algo que me atraía,
Hasta me parecía conocida su figura, tenia algo familiar.
La persona, miró hacia el mar, como quien mira el camino que va
A seguir y lo más loco fue que se metió al agua.
Cual no sería mi asombro, cuando vi al hombre caminar sobre las
Aguas, algo comenzó a pasar en mi cabeza que no me permitió
Moverme del asiento. Quedé sumido en un silencio profundo
Solo atiné a mirar y a ser testigo de semejante acontecimiento.
Hasta ese momento solo yo, parecía verlo, pero pronto me di
Cuenta que había otros que también lo habían visto y gritaban
Levantando los brazos, algo que no llegaba a entender.
De pronto los gritos, fueron tan fuertes que hasta los que estaban
De espaldas en el muelle se dieron vuelta a mirar y dejaban de
Realizar sus tareas para arrodillarse, otros lloraban y se golpeaban
El pecho. Pero yo no los oía, solo intuía el sonido.
Pronto vi como llegaban muchos coches y gente corriendo, que
Daban vuelta en la escollera y trataban de ver más de cerca al
Caminante.
Este iba como quien sabe que el camino es largo, tranquilo con la
Vista en el horizonte, solo sus manos parecían acariciar desde la
Calma de sus movimientos a las criaturas del mar que saltaban a
Su alrededor, peces, de todo tipo se podían ver saltando y algunos
Emitiendo extraños sonidos que jamás escucharon.
Según decían luego, ni los mismos pescadores lugareños.
De pronto mis oídos se abrieron y comencé a escuchar todo
La gente coreaba el nombre de Jesús, y lloraban y gritaban cada
Vez mas fuerte, el caminante no se inmutaba solo seguía
Caminando y levantaba los brazos cada tanto, haciendo un gesto
Lento y pacificador. Algo muy sutil parecía salir de sus manos
Desde la orilla se escuchaban los gritos de los hombres que
Estaban trabajando,- ¡!¿Eres tu, Jesús?...¡¡ sánanos Jesús¡¡¡
Repetían, otros se tiraban de los pelos y decían que era el fin del
Mundo por eso él había vuelto.
Yo estaba inmóvil mirando, cuando la moza trajo el primer plato
Y lo dejó caer al suelo, al ver lo que estaba ocurriendo,
-¡!Es Jesús¡¡- Dijo- y salio corriendo cuesta abajo
Junto con otros más del restaurante.
Pude ver cuando algunos tomaron sus botes de remo y otras
Embarcaciones para seguir al caminante y cuando querían
Acercarse, los motores se paraban o simplemente no
Avanzaban, por más que remaban y remaban.
Muchos gritaban.- ¡!a donde vas Jesús¡¡Quédate con nosotros¡¡
El caminante seguía tranquilo, imperturbable, como quien da un
Paseo absorto y disfrutando de todo.
No había pasado más de quince minutos desde que había visto
Entrar al agua a aquel hombre y todo el puerto ya estaba lleno de
Gente como si hubiesen sido convocados al unísono.
Pañuelos, lágrimas, gritos de arrepentimiento y vítores se oían por
Todo el Anchove, el puerto, los muelles, las orillas y desde las
Casas, todos estaban viendo como ese hombre se metía mar
Adentro, unas olas muy altas comenzaron a levantarse y solo
Pasaban por el costado del extraño caminante, sin rozarle siquiera,
Luego una niebla comenzó a cubrir el mar, y así se perdió aquel
Hombre en la inmensidad del mar azul, a plena luz del medio día.
Nunca supe si el sabor salado que me quedó en los labios era del
Aire del Mar o las lágrimas de alegría que derramé en ese instante
Me di cuenta que Jesús, pasó por allí y yo estuve presente.
Xalvador