lunes, 30 de noviembre de 2009

Cuentos de Buenos Aires, La Inocencia

Mi amado amigo Pedro Sulkas, había llegado desde el Perú
Buscando un trabajo que le permitiera cumplir con sus sueños mas anhelados.
Pedro, venia de los viejos cerros Incas, con sus flamantes dieciocho años.
Allá había dejado a su madre, con su hermanita tres años menor. Un hermoso avio de recuerdos y vivencias lo acompañaban, junto con su atadito de ropas .
Desde que había dejado los cerros, todo era sorpresa ante sus inocentes y golosos ojos, jamás habían visto cosas como las que ahora estaba viendo.
Llegaba por primera vez al valle del pueblo, con su atadito de ropas, una chuspita, unos pesos bien guardados en las medias y todas las oraciones y recomendaciones de la mamita y hermana que habían quedado solitas, allá arriba.
Cholos y Cholitas , vestidos de carnaval, vendedores de cualquier cosa se veían sentados junto a las veredas.
Imnotizado y curioso casi no podía cerrar su boca ante cada novedad, así me contaba, conoció los autos, esos carros con motor que echaban humos y hacían tanto ruido, pero que servían para llevar mas cosas que su burrito, después, llegó hasta la estación del ferrocarril, siguiendo las instrucciones que le había dado su madre, preguntó a uno y a otro hasta saber donde había que comprar eso que llamaban boleto para viajar sobre el carruaje enganchado a la bestia de hierro, como lo llamó su hermanita, le indicaron el lugar , le vendieron un boleto y mirando sin comprender mucho para que servía aquel pedacito de cartón, se sentó a esperar que la cosa apareciera.
Ante los ojos desorbitados de Pedro apareció un extraño carruaje negro, que resoplaba y echaba humo por arriba y por los costados, era descomunal y tiraba de un sin fin de cajas con ruedas a las que llevaba a la rastra y en fila, estaba aun aturdido, tratando de entender a la bestia de hierro cuando de repente resonó un fuerte pitaso,
Pedro se estremeció, creyó que se moría, su cuerpo, tembló como una hoja, todo le daba vueltas, su visión se nubló, sus piernas se aflojaron y alguien lo llegó a sostener antes de caerse al piso.
Un paisano que vió todo lo ocurrido, ayudó a incorporarse a pedro, le ofreció agua y le preguntó
.- ¿Nunca habías visto antes el ferrocarril?
.- Juro que jamás había visto semejante cosa, ni en mis sueños mas locos.
El hombre se sonrió y dándole unas palmaditas en el hombro le dijo.- yo ya tengo experiencia en esto, es la tercera vez que viajo en tren.
Al escuchar estas palabras, Pedro vió en este paisano, a su salvador y guía, para el viaje que tenia que hacer.
.- ¿Usted, sería tan amable de enseñarme como se sube uno a esto?
.- Si mi amigo, dijo el paisano, vamos que yo también voy a viajar.
Y ambos se encaminaron hacia la puerta mas cercana de uno de los vagones del tren, subieron y Pedro estaba casi temblando, al ver que había muchos asientos y más gente dentro, se pudo calmar un poco.
La conversación se hizo sabrosa después que el paisano se sentó e invitó a sentarse al nuevo amigo, entonces le preguntó
.- ¿De que lugar venís muchacho? y ¿Cómo te llamas?
.- Me llamo Pedro …señor, Pedro Sulkas, y vivo con la mama y la hermana en los cerros , palabrita que nunca había bajado siquiera al valle.
.- Entonces tampoco habías visto tanta gente como ahora
.- Pura verdad, que no señor…
.- Bueno, no tengas miedo, la gente es buena, son como nosotros, necesitan viajar por diferentes motivos y aquí nos juntamos sobre estos vagones, que nos conducen a destino.
.- Y, si me permite señor, una pregunta, Usted ¿Qué destino lleva?
.- Voy en busca de trabajo, me dijeron que este año hay cosechas buenas en Salta, la provincia Argentina y quiero ir a trabajar allí.
.- Yo también voy a Argentina, pero a un lugar que le llaman Buenos Aires, tengo un tío que se llama Porfirio y vive allí, y voy a buscarlo.
.- ¿Cómo a buscarlo, no sabes donde vive?
.- Si , no le digo que en Buenos Aires…?
.- Pedro, Argentina, según entiendo es muy grande y ese Buenos Aires, parece ser enorme porque por allí pasa todo lo que se produce, así me dijeron unos paisanos que lo conocen.
.- Bueno, yo voy a preguntar, alguno lo ha de conocer…
.- Espero que la virgencita y el buen dios te ayuden Pedrito, porque es muy difícil lo que te propones hacer.
.- ¿Pero usted, no me acaba de decir que la gente es buena?
.- Si muchacho, pero eso no significa que todos o siquiera alguno de los que encuentres, vayan a conocer a tu tío.
.- Mi mama me ha dicho que confíe y pregunte, que no me desespere, que algún día lo voy a encontrar al tío Porfirio, me ha dicho que trabaje mientras lo busco, en lo que sea que me quieran tomar, que no tenga vergüenza de preguntar… y eso vine haciendo desde que salí de casa.
.- Buen consejo el de tu madre, espero que tengas temple para aguantar todo lo que hay que esperar y pasar, hasta que encuentres a tu pariente, es un lugar lejano y muy distante de nuestras montañas.
.- El recuerdo de la mama y la hermanita me ampararan y si no me olvido de la oración que me enseño la mama a la virgen, ella tampoco me va a dejar sufrir.
.- Te cuento Pedrito, que yo también tengo un muchacho como de tu edad, perdido en la gran ciudad, quiso conocer tierras nuevas y así como estas haciendo vos él también se marchó, hace algo mas de dos años, ya el año pasado me largue a buscarlo, me anoticiaron que estaba por el Tucumán, allá en Argentina.. pero trabajando y andando, apenas si logre sobrevivir para volver a Cuzco, después de casi tres meses de andar buscando… Por eso te digo muchacho que hay que tener temple y aguante para apechugar la espera.

Mientras charlaban Pedro miró por la ventanilla y preguntó
.- ¿A dónde van esos palos y las casas que se ven caminar para atrás,? jamás he visto hacer eso a nada , solo a mi burrito alguna vez cuando se pone mañero.
.- No son ellos los que caminan hacia atrás, dijo el hombre, somos nosotros que estamos andando.
Pedro asombrado quiso mirar sacando la cabeza afuera por la ventanilla y el paisano lo tiró hacia adentro pensando que algún poste le podría asestar en plena cara, por descuidado.
.- Cuidado mi amigo esto no es cosa fácil, pero si se mantiene sentado y espera, dentro de unos días llegará a su destino, sin hacerse daño.
.- nunca pensé que esta bestia de hierro fuera tan peligrosa, dijo Pedro, y se quedo sentadito apretando entre sus manos el atadito de cosas que traía.
Por largo rato no hablaron de nada, Pedro solo miraba expectante todo cuanto pasaba por la ventanilla y el paisano lo miraba a él como ido en algún pensamiento familiar, tal vez aquel hijo parecido a Pedro o tal vez imaginando su propia juventud , tan campesina e inocente como ese muchacho que tenia delante suyo.

Xalvador