jueves, 24 de diciembre de 2009

El Caminante del Mar


En el Anchove


Cuando, fui a visitar a mis hijas, estuve en el país Vasco, allí

Los pueblitos me parecían de postal, con sus montañas arboladas

Sus casitas de techo rojo y ese mar verde esmeralda infinito…

Una mañana, sentí el fuerte impulso de conocer al pueblito del

Anchove, otro pueblo de mar de las costas Vascas.

Seguí mis instintos y tomé un micro que me llevó desde

Lekeitio donde estaba, hasta allí. Me dejó casi en la cima y

Recorrí el camino de piedras cuesta abajo, admirando todo ese

Magnífico puerto y viendo las antiguas casitas enclavadas en la

Cuesta de la montaña, que las empuja hacia el mar. Bajé por los

Callejones angostos y por las largas escaleras que unen las casas y

El puerto, saque fotos y me extasié en el mar.

Luego caminé cuesta arriba, llevando encima la pesada carga de

Mis días sin ejercicios. Al llegar el medio día, me senté en un

Bar y desde allí pude contemplar todos los techos de las casas que

Están recostadas en la misma ladera, pero más abajo, hacia donde

Esta el mismo Puerto del Anchove.

Desde allí arriba, todo parece una gran postal, dispuesta para

Quien quiera, se siente a disfrutarla.

Tomaba un vinito mientras esperaba el almuerzo, que ya había

Pedido. Todo el lugar era maravilloso y pacífico, de repente algo

Me llamó la atención, una persona toda vestida de Blanco

Caminaba por la calle que daba directamente a la salida de las

Barcazas, la miré con curiosidad porque no es común que alguien

Se meta a ese lugar sin llevar una embarcación.

Al principio me pareció que era una mujer por sus cabellos largos

Al viento y esa túnica blanca, luego pude ver su estampa de

Varón, sus hombros anchos, el modo de pararse y esa mirada.

No podía dejar de observarlo, su presencia era algo que me atraía,

Hasta me parecía conocida su figura, tenia algo familiar.

La persona, miró hacia el mar, como quien mira el camino que va

A seguir y lo más loco fue que se metió al agua.

Cual no sería mi asombro, cuando vi al hombre caminar sobre las

Aguas, algo comenzó a pasar en mi cabeza que no me permitió

Moverme del asiento. Quedé sumido en un silencio profundo

Solo atiné a mirar y a ser testigo de semejante acontecimiento.

Hasta ese momento solo yo, parecía verlo, pero pronto me di

Cuenta que había otros que también lo habían visto y gritaban

Levantando los brazos, algo que no llegaba a entender.

De pronto los gritos, fueron tan fuertes que hasta los que estaban

De espaldas en el muelle se dieron vuelta a mirar y dejaban de

Realizar sus tareas para arrodillarse, otros lloraban y se golpeaban

El pecho. Pero yo no los oía, solo intuía el sonido.

Pronto vi como llegaban muchos coches y gente corriendo, que

Daban vuelta en la escollera y trataban de ver más de cerca al

Caminante.

Este iba como quien sabe que el camino es largo, tranquilo con la

Vista en el horizonte, solo sus manos parecían acariciar desde la

Calma de sus movimientos a las criaturas del mar que saltaban a

Su alrededor, peces, de todo tipo se podían ver saltando y algunos

Emitiendo extraños sonidos que jamás escucharon.

Según decían luego, ni los mismos pescadores lugareños.

De pronto mis oídos se abrieron y comencé a escuchar todo

La gente coreaba el nombre de Jesús, y lloraban y gritaban cada

Vez mas fuerte, el caminante no se inmutaba solo seguía

Caminando y levantaba los brazos cada tanto, haciendo un gesto

Lento y pacificador. Algo muy sutil parecía salir de sus manos

Desde la orilla se escuchaban los gritos de los hombres que

Estaban trabajando,- ¡!¿Eres tu, Jesús?...¡¡ sánanos Jesús¡¡¡

Repetían, otros se tiraban de los pelos y decían que era el fin del

Mundo por eso él había vuelto.

Yo estaba inmóvil mirando, cuando la moza trajo el primer plato

Y lo dejó caer al suelo, al ver lo que estaba ocurriendo,

-¡!Es Jesús¡¡- Dijo- y salio corriendo cuesta abajo

Junto con otros más del restaurante.

Pude ver cuando algunos tomaron sus botes de remo y otras

Embarcaciones para seguir al caminante y cuando querían

Acercarse, los motores se paraban o simplemente no

Avanzaban, por más que remaban y remaban.

Muchos gritaban.- ¡!a donde vas Jesús¡¡Quédate con nosotros¡¡

El caminante seguía tranquilo, imperturbable, como quien da un

Paseo absorto y disfrutando de todo.

No había pasado más de quince minutos desde que había visto

Entrar al agua a aquel hombre y todo el puerto ya estaba lleno de

Gente como si hubiesen sido convocados al unísono.

Pañuelos, lágrimas, gritos de arrepentimiento y vítores se oían por

Todo el Anchove, el puerto, los muelles, las orillas y desde las

Casas, todos estaban viendo como ese hombre se metía mar

Adentro, unas olas muy altas comenzaron a levantarse y solo

Pasaban por el costado del extraño caminante, sin rozarle siquiera,

Luego una niebla comenzó a cubrir el mar, y así se perdió aquel

Hombre en la inmensidad del mar azul, a plena luz del medio día.

Nunca supe si el sabor salado que me quedó en los labios era del

Aire del Mar o las lágrimas de alegría que derramé en ese instante

Me di cuenta que Jesús, pasó por allí y yo estuve presente.

Xalvador