¡!Si el cebolla me hace pata lo vamos a recagar a goles a estos infelices, por grandotes que sean¡¡ - así decía Dieguito antes del partido de la tarde de aquel nueve de Julio.
Diego Borral, el Diego, como lo llamaban era un zurdo de aquellos, al que nada se le ponía en frente que no pudiera pasar con una pelota dominada, fuera de trapo, de goma o de cuero, realmente era como si toda la magia y el dominio del fútbol fuera de él.- Nació con la pelota en los pies, - decía Don Pucheta, su padrastro
El Cebolla, se llamaba Carlitos, tenia ocho años y mas cuerpo que Dieguito, se criaron juntando cartones y botellas con su hermanita y el padre.
Bueno en realidad, con el padre del Cebolla porque a los de Dieguito, cuando él tenia cuatro años, los limpiaron los de la yuta, según le contaron a él y el papa del cebolla se hizo cargo de Diego y la hermanita que eran los dos mas chicos, de los Barral, los otros ya se arreglaban solos en la villa, tenían mas de once años. Había adoptado a los chicos porque era viudo y tenía al Carlitos de casi la misma edad y a sus dos hijas, pero eran mas grandes y trabajaban para ellas.
El Dieguito, tenia apenas nueve años y un físico de siete, flaquito, morocho, de rulitos, era el menor de otros siete hermanos incluyendo a su hermana, Yisella, que era su hincha número uno en cada partido.
Ella le seguía en edad, con sus diez impecables añitos, y también a todos lados donde Dieguito jugaba, era su pata de conejo.
El equipo del Diego, venia de ganarles a todos los rejuntados que había en el barrio y por goleada, y por tercer año consecutivo ganaban el zonal del Torneo Evita, ya el padrastro de los chicos y algunos buscadores de oportunidades empezaban a ver en Dieguito y el Cebolla como una dupla muy buena, que los podría sacar de pobres a todos, si lograban venderlo a un club profesional.
Dieguito cuidaba de su hermana como un león, y el Cebolla lo cargaba que eran novios, era al único que el Diego le soportaba cualquier cargada, si otro se atrevía a decir algo de la Yisella, lo reventaba a patadas o a lo que pudiera.
Esta vez la cosa era por plata y hasta iban a tener referí, camisetas y todo, el partido había sido pactado para el nueve de Julio, a la tarde después del asado que ofrecía la Juventud Social de la Villa a los pibes que hacían deportes en la canchita.
Como siempre había algún engaño con los años de los chicos al presentar la lista de jugadores, esta ves, tenían que traer todos el DNI, para inscribirse o le invalidaban el jugador al equipo que no lo presentara.
Don Pucheta estaba dispuesto a sacarle tajada al Diego y junto con el Cebolla y otros pibes más grandes del barrio los inscribió en una categoría mayor, en la 98, arreglando de antemano al que se encargaba de llevar la inscripción, con un celular nuevo de dudosa procedencia , que sacaba fotos..
Esta categoría pagaba el doble que la que tenían sus pibes.
Así cuando llegó el ocho de Julio, el día anterior al gran encuentro el viejo Pucheta, juntó al equipo y los llevo al potrerito para hacer un partido de práctica, contra los mayores que rejunto en el barrio.
En el rejuntado había muchachones de mas de treinta y otros destacados de dieciocho y los mas chicos de quince, y el equipo del Dieguito y el Cebolla tenían a lo sumo catorce como el sapo que como era flaquito siempre pasaba por mas chico.
Estaban acostumbrados a jugar con muchachos mas grandes, de hecho así se habían criado jugando en la canchita los picaditos que se armaban con los que hubiera.
Comenzó el partido y de entrada el Cebolla y el Diego, coparon la parada, los muchachones no podían creer que esos pibes les estuvieran dando el paseo que les estaban dando, trataban de ponerles el cuerpo y hacer valer el tamaño pero siempre encontraban alguna manera de safar , eran como lauchas contra elefantes, en el primer tiempo los pibes metieron dos goles increíbles, el primero de cabeza, con un pase del Cebolla y Dieguito cabeceando al ángulo y otro del Diego que lo hizo desde casi la raya del corner, con un tiro combado que ni el arquero creía que podía entrar.
Llevaban diez minutos del segundo tiempo cuando uno de los muchachones comenzó a decirle cosas al oído del Diego, para ponerlo nervioso y de repente el Diego se enfurece y como una tromba se le cuelga del cogote y empieza pegarles trompadas, segundos tardo en arremolinarse todo el mundo y tratar de separarlos, el muchacho le pegó una trompada en el estómago al Diego que lo dejó tirado en el piso como desmayado al pequeño león.
Interrumpieron el partido y don Pucheta luego de trompearlo al muchacho y de amenazar a otros con una navaja, atendió a su equipo y a Diego que seguía tirado en el piso, rodeado de los chicos y abrazado a su hermana .
-¿Estas bien Dieguito? ¿Qué te pasó negrito, que te sacaste tan mal?
- Ese guacho, insultaba a mi hermana y me decía las cosas que le iba a hacer cuando la encontrara sola, antes que se la hicieras vos.
- ¡Dejame que a ese lo arreglo yo¡ vos no te preocupes Dieguito.
Vos dedicate a jugar que yo me encargo de tu hermana y de ese piojoso.
Levantó al chico en brazos y rodeado de los demás pibes se fueron a la casa.
La tarde caía roja como una amenaza, sobre los techos de chapa de las casitas de la villa que ya comenzaba a encender las bombillas colgadas en cada ranchito.
Los pibes esa noche, soñaron con el partido del nueve de Julio, era la primera vez que tendrían camisetas iguales todos y tal vez se las dejaran llevar para su casa .
Por la mañana temprano, se juntaron los pibes en la calle porque alguien estaba tirando cohetes en festejo y llamando la atención de todo el barrio, ese era un día de fiesta y de fiesta especial.
Unas banderas rojas y otras celeste y blancas estaban colgadas en la casa que oficiaba de sede del Social Juvenil y en un grabador sonaba cumbia villera , alentando a chicos y grandes a bailar y a divertirse, Había gente preparando cal para pintar las líneas de la canchita y habían traído unos arcos de fierro, con redes y todo para poner en la cancha, la cerveza y la coca estaban preparadas en los tachos para llenar con hielo y alguien ya encendia el fuego para los choripanes que pensaban vender a los que vinieran a ver el partido y para el gran asado que pensaban ofrecer a los chicos luego.
Todo tenia un clima festivo, hasta un mástil habían improvisado con una caña tacuara larga y pusieron la bandera argentina al tope y un banderin rojo abajo.
Don Pucheta estaba, mas ebrio que de costumbre, tomando unos mates cuando se levantaron el Cebolla, el Diego y la Yisella.
- ¿Y, están preparados para ganar el partido hoy?
- Siii – dijo el Cebolla, aun medio dormido-
- ¿Y vos Dieguito, como te sentís, estas listo?
- Si el Cebolla me hace pata, lo vamos a cagar a goles a estos infelices, por grandotes que sean¡¡
- Así me gusta mis pollos, - dijo don Pucheta y palmeó a Yisella en las nalgas, después, sentándola en sus piernas dijo, ¿ Y vos Patita de Conejo, te tengo una sorpresa…esta tarde debutas .
Fue todo lo que llegó a decir el viejo, mientras Dieguito lo golpeaba reiteradamente en la cabeza con un fierro, salpicando a su hermana y al Cebolla de sangre.
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